
Estamos indecisos de ir al gimnasio o no debido a que sentimos fatiga o perdemos la iniciativa de entrenar; esto se debe a varios factores:
– Altas temperaturas
– Trabajo excesivo/agujetas
– Conflictos personales
Todo esto, nos puede llevar a sentir un entrenamiento habitual a uno especialmente duro debido a una falta de ganas.
Por lo que, lo incorrecto en estos casos es dejar que nuestro estado de ánimo, nuestra mente o incluso nuestro cuerpo se apodere de nosotros y dejemos fuera las rutinas y prefiramos tumbarnos en el sofá en vez de ir al gimnasio a realizar nuestros ejercicios musculares. Para superar estas depresiones puntuales, lo más importante es no hacer caso a lo que dice nuestra mente y adentrarnos en unas prácticas/recomendaciones probadas que nos ayudan a realizar nuestra sesión prevista haciendo que los ejercicios no se hagan tan pesados, siendo más fáciles.
1- Realizar un calentamiento adecuado
Facilitar el entrenamiento con un calentamiento que prepara los músculos y articulaciones para lo que viene. Se recomienda hacer cinco minutos de cardio ligero, correr en una cinta o realizar saltos, trotes o rodillas arriba. Un calentamiento adecuado además ayudará a reducir el dolor post-entrenamiento, procurando que el próximo se sienta más fácil también.

2-Continuar bebiendo
En los momentos de mayor cansancio, tomar un descanso de un minuto y beber agua puede ser vital y renovador. No es necesario tragar grandes cantidades de agua, sólo unos pequeños sorbos son suficientes para recuperar el aliento y reponer algunos líquidos perdidos. Además, mantenerse bien hidratado durante toda la sesión ayuda a prevenir tanto los calambres musculares como la fatiga muscular.

3-Tomar descansos, pero de manera breve
Tomar descansos entre series y circuitos permite que los músculos se recuperen un poco y así poder continuar trabajando intensamente. De todas formas, estos pequeños descansos deben mantenerse entre los 30 y los 60 segundos. Si se descansa durante demasiado tiempo, el ritmo cardíaco comenzará a bajar y el cuerpo a enfriarse. Además también disminuye la motivación.
4-Concentrarse en la respiración
Cuando las cosas se ponen difíciles, siempre es imprescindible volver a la respiración. Esto ayuda a conectar nuevamente con el movimiento y a regenerar el oxígeno necesario para darle fuerza a los músculos durante su trabajo. Es importante acompañar los movimientos con la respiración, para mantener un ritmo. Por ejemplo, en un curl de bíceps, se recomienda exhalar mientras se levanta el peso.

5- Probar con café
La cafeína antes del entrenamiento puede aportar el toque extra de energía que el cuerpo necesita y a mejorar el rendimiento. No es aconsejable ingerir una taza completa de café antes de entrenar, sino un express o café americano.

6- Aceptar el reto
A veces, sólo reconociendo que un ejercicio es difícil, se puede ayudar a la mente y al cuerpo a prepararse para la tarea en cuestión. Para esos momentos, cuando las cosas se ponen difíciles, es bueno ser conscientes de nuestros propios límites, recordar nuestras habilidades para así aprovechar al máximo nuestra potencia.

Es fundamental que en aquellos días en que las rutinas y ejercicios precisen mayor dedicación y energía, la alimentación e hidratación sea equilibradas y lo más saludables posibles. También hay que tener en cuenta que los días así, es super importante el esfuerzo que cada uno realiza y su motivación que van a ser claves para la realización del ejercicio.
Además, es posible ayudar al cuerpo con ciertos tips: «plantear metas cortas» o «contar las repeticiones hacia atrás», es decir de 10 a 1.
Nuestro cuerpo es la base de todo y regular nuestro entrenamiento a sus condiciones y estado ayudan en gran medida a mejorar nuestro rendimiento en el entrenamiento.